Como seres humanos, nos movemos bajo dos premisas principales:
La búsqueda del placer.
La evitación del dolor.
Así, teniendo en cuenta que los cambios de la personalidad son una respuesta a nuevas experiencias que necesariamente los requieren, pregúntate:
Si X situación en mi vida no hubiese sido lo suficientemente dolorosa, hubiese cambiado parte de mi personalidad para adaptarme a las nuevas circunstancias?
La Psicología Evolucionista ha estudiado en numerosas ocasiones por qué y bajo qué circunstancias las personas llegan a cambiar.
De sus estudios, emanan dos informaciones primordiales:
Si una situación prolongada en el tiempo produce en la persona un malestar leve/moderado, ésta va a tender a seguirlo manteniendo en su vida.
Cuando la situación produce un dolor elevado/poco soportable, la persona va a sacar los recursos que tenga para originar el cambio que necesita.
Pongamos un ejemplo:
Estás con un grupo de amigos que no te aportan demasiado, tampoco tienes demasiadas cosas en común y te aburres, pasas el rato con ellos. Sabes que deberías cambiar esta situación, rodearte de gente que realmente t aporte para tu crecimiento….pero el dolor es soportable. Lo aceptas.
Y si este grupo de amigos hablara mal a tus espaldas, delante de tí, te maltrataran verbalmente y empezaras a notar, en consecuencia y a diario, sintomatología física notable? Te costase dormir, pérdida de apetito, tensión muscular, pérdida de alegría y vitalidad…En esta situación, te costaría menos tomar la iniciativa para escoger dejar a este grupo de amigos?
Los cambios tienden a originarse con mayor facilidad cuando las situaciones son insostenibles.
La pregunta es:
Es necesario esperar que ese granito de arena inicial origine una montaña que tengas que escalar, o mejor tomar una decisión desde un buen inicio, desde el instante en el que te das cuenta de que algo va mal?
Qué tal dirigir este granito de arena hacia una situación más poderosa, como convertirlo en una perla?
Todos tenemos este radar interior que nos observa y nos avisa.
Importa darse cuenta de esa aparición inicial para prevenir la creación de una montaña inescalable.