Cuando una persona acude a buscar ayuda psicológica clínica especializada, espera un mínimo de resultados.
Y si estos no ocurren?
Existen las terapias eternas, esas que llevas dos años yendo una vez a la semana, 50 euros de media cada sesión, y parece que no hay avance.
Existen las terapias donde el profesional parece no saber ni el color de tus ojos puesto que donde se enfoca su vista es en la libreta u ordenador que tiene delante de tí, mientras tu hablas durante 50 minutos, intentando entablar contacto visual sin resultado.

Existen otros a los que yo llamo “terapeutas por qué”. Parece que en la carrera de Psicología solo haya una asignatura con el siguiente Dogma: “Tu ve preguntando por qué a todo, y que la persona se resuelva sola”. Lo mejor de estos terapeutas, es que en el examen acreditativo, solo tenían que anotar esta frase para aprobar
Todos estos tipos de casos no deberían suceder, pero lo cierto y lo triste es que cada vez hay más personas que se quejan de ello.
No me malentiendas: hay grandes profesionales que ayudan increíblemente a las personas, que acompañan conscientemente hasta la resolución y que hacen un trabajo memorable hacia la vida de las personas a las que atienden
En cuanto a los otros, hay diversos peligros a tener en cuenta:
Primeramente, el impacto económico en tu bolsillo por una ayuda que parece no llegar nunca.
Segundo y el más importante, te puede crear un sentimiento de indefensión aprendida y hacerte pensar algo similar a “no hay solución para mí, no avanzo…” cuando la problemática, en el fondo (y en parte, puesto que la mayor parte del camino debes hacerlo tú mismo), reside en un guiaje que recibes, que puede haber la opción que no sea el de mejor calidad.
Una cosa es que el terapeuta te guíe hacia caminos que te cuesten explorar, temáticas de las que no quieras hablar, consejos que serán esa píldora amarga que necesita
Esto es necesario. Pero perder tu tiempo y seguir enrocado, no.
Es responsabilidad del terapeuta, aparte de tener los conocimientos que lo acrediten, mostrar disponible emocionalmente, empático, resiliente, con una escucha activa (tanto verbal como no verbal) en todo momento.
Que el terapeuta se aplique el cuento y tenga una rutina personal, fuera de la consulta, lo más saludable mental y físicamente posible para mostrar una congruencia con su misión de ayudar.
Tu te farías de un cardiólogo que fumase, bebiera, tuviera una baja condición física y que le costara hasta moverse?
Lo mismo pasa con el psicólogo: debe mostrar que, aparte de trabajar en consulta, también se auto trabaja y a diario fuera de ella.
Un tema importante: reciclarse. Cada día y alrededor del mundo están saliendo nuevas técnicas y miradas psicológicas de las cuales se deberían informar y reciclar sus conocimientos. Adquirir otros alternativos, por ejemplo, relacionados con la Gestalt, la nutrición (la cual puede producir grandes cambios en tu físico y, por consiguiente, en tu estado mental), de biología, de anatomía, entre otros. No quedarse simplemente con la carrera de Psicología. Ir más allá. Siempre.
Cuestiónalo todo. Te mereces autodebatir internamente para tener el mejor servicio. En definitiva: el servicio que te mereces.
